Barcelona ha activado un ambicioso plan financiero enfocado en abrirle espacio a Luis Díaz dentro de su plantilla sin infringir el reglamento económico de LaLiga. Para lograrlo, la directiva ha puesto en marcha una serie de operaciones que buscan equilibrar los libros contables y permitir la llegada del extremo colombiano, con la garantía de que podrá ser inscrito sin obstáculos legales.
La conocida regla del 1 a 1 obliga al club a generar ingresos equivalentes al gasto en fichajes, algo que solo puede conseguirse a través de ventas y liberación de masa salarial. En ese contexto, la entidad azulgrana ha iniciado una “operación caja” con múltiples frentes abiertos. Entre las primeras entradas de dinero destacan los 8 millones de euros que ingresarán por Jean-Clair Todibo, gracias a un porcentaje retenido por el club en su venta al West Ham, y los 6 millones que dejará Álex Valle, traspasado de manera definitiva al Como.
Además de estas cifras iniciales, el Barça también espera recibir ingresos por cláusulas de reventa asociadas a jugadores como Trincão, Mingueza y Mika Mármol, quienes podrían generar movimientos en sus respectivos equipos actuales. Estas pequeñas sumas, aunque modestas individualmente, serían claves en el acumulado final, que debe rondar los 100 millones de euros para permitir una negociación sólida con el Liverpool por Luis Díaz y cumplir con los requisitos del Fair Play financiero.
Otro punto clave en el ajuste de la plantilla es la salida de futbolistas del primer equipo. Clément Lenglet quien se va al Atlético de Madrid liberando unos 20 millones de euros en la masa salarial, mientras que Ansu Fati tendría avanzadas conversaciones con el AS Mónaco para irse cedido. A estas bajas se sumarían otras como Iñaki Peña o Pablo Torre, quienes no entran en los planes del nuevo entrenador, Hansi Flick.
Con estas maniobras, el club pretende no solo liberar espacio salarial, sino también generar el colchón económico que permita inscribir sin restricciones tanto a fichajes como a jugadores renovados. El primer objetivo en la lista es Joan García, portero procedente del Espanyol, y de inmediato después aparece el nombre de Luis Díaz como el gran anhelo del nuevo proyecto culé.
El colombiano, quien tuvo una temporada destacada con el Liverpool al anotar 13 goles y 5 asistencias en la Premier League, representa el perfil de atacante que busca Flick para revitalizar el juego por banda izquierda. El interés del Barça es firme, pero para materializar su llegada será clave que el club pueda presentar una oferta convincente tanto al jugador como a los ‘reds’, quienes tasan al guajiro entre 80 y 85 millones de euros.
Una complicación adicional en este proceso es que en abril pasado LaLiga rechazó contabilizar como ingreso inmediato los 100 millones correspondientes a la venta de palcos VIP del nuevo Camp Nou, lo que redujo drásticamente el límite salarial del club. Esta negativa forzó a los dirigentes a replantear su estrategia y priorizar ventas reales de activos deportivos como única vía para cumplir con la normativa vigente.
A pesar del control económico impuesto por LaLiga y la supervisión permanente de la UEFA, que ya sancionó al club en años anteriores, la dirigencia catalana se muestra decidida a ejecutar todas las salidas necesarias para abrirle espacio a Díaz. El mensaje para el colombiano es contundente: si entra el dinero previsto, su fichaje se concretará y su inscripción estará asegurada.
En ese sentido, el Barça no solo piensa en Luis Díaz, sino también en reforzar otras posiciones una vez se liberen los fondos necesarios. El lateral Alejandro Grimaldo que llegaría como agente libre, son opciones que se mantienen en el radar para fortalecer un equipo que busca volver a competir en lo más alto de Europa sin comprometer su estabilidad económica.
Barcelona trabaja contrarreloj para concretar ventas, reducir su masa salarial y así poder presentar un proyecto firme, atractivo y viable para Luis Díaz. El colombiano no solo sería una pieza clave para el esquema de Flick, sino también el símbolo de una nueva etapa en la que el equilibrio financiero se convierte en la base para retomar la competitividad.