Con esas mismas palabras un jovencísimo Neymar abandonaba la disciplina albinegra en 2013 para conquistar el mundo en el FC Barcelona y, más tarde, en el París Saint-Germain (PSG).
Casi doce años después ha cumplido su promesa y la alegría desbordó a los aficionados del club de Pelé, que acudieron al Vila Belmiro para darle una calurosa bienvenida, pese a la intensa lluvia.
Saltó al césped acompañado de Edinho, hijo de Pelé, de sus amigos y su familia. Antes del baño de masas, rezó de rodillas en el vestuario.
Neymar llegó este mismo viernes a Brasil desde Arabia Saudí, después de rescindir su contrato con el Al-Hilal, una etapa pobre en lo futbolístico y rica en lo financiero.
Nada más poner un pie en territorio brasileño, el talentoso atacante de casi 33 años hizo un acto publicitario.
Al bajar las escalinatas del avión privado recibió un paquete de una plataforma de comercio electrónico. Eran unas botas de su patrocinador deportivo. Esa fue la primera imagen de Neymar en el día de su presentación.
Después se montó en su helicóptero con las iniciales “NJR” dibujadas en la cola y, al final de la tarde, aterrizó sobre el césped de un campo de entrenamiento del Santos para firmar el contrato. El colofón fue la fiesta en el Vila Belmiro.
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Ni el aguacero desincentivó a los hinchas más incondicionales que suspiran por revivir los tiempos de oro del Santos de Neymar. Aquel que conquistó seis títulos oficiales, entre ellos la Copa Libertadores de 2011.
La directiva también espera un buen empujón económico para sanear las maltrechas arcas del club.
El ‘efecto Neymar’ ya se nota. En pocos días se ha multiplicado el número de socios. La tienda del club era este viernes un trasiego de clientes. La camiseta de esta temporada con el nombre de Neymar y el 10 a la espalda cuesta 440 reales (75 dólares), casi un tercio del salario mínimo en Brasil.